El caminante errante | Bertha

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Conoce las historias de La tiendita de don Fede en el pueblo Santa Rosa de los Ríos, una serie de cuentos cortos que nos presenta Sergio Ríos Sandoval.

La Tiendita de “Don Fede” en el pueblo, Santa Rosa de los Ríos

…Y usted ni se haga que se asombra, bien sabe que aquí en Santa Rosa de los Ríos, es un cochinero…


Sergio Ríos Sandoval*

-Ya vine por el encargo de todos los días, don Fede. Qué bueno que ya llegaron las lluvias a este pueblo olvidado de Dios. Ya lo decía mi tata: maldito el momento en que llegamos a esta tierra seca, polvorosa llena de ilusiones. De eso si está llena, nadien gana nada, nadien ríe, ni siquiera de a poco, ni en Navidad. La gente que ve uste pelando el diente, nomás es así, nomás, nomás de la mazorca pa juera, no lo sienten desde la panza. 

No, don Fede, unos dicen que antes estábamos mejor. Ni antes, ni después: este pueblo seco y canelo nunca estuvo bien y nunca estará bien, puras desgracias pasan. Aquí, puros malos ratos. Hasta me duele la cabeza del sufrimiento. Yo quiero salirme de aquí. Irme como mi hermana la Lola. Ella, pa que vea, ella sí sacó lo Ramírez, ella sí agarró buen partido y se fue lejos. Imagínese nomás qué tan feliz estará que ni siquiera regresó a visitarnos, ni mandó ni una carta siquiera. Yo quisiera ser como mi hermana, así de chingona, así sin vergüenza. El día que vino ese hombre que se la llevó, primero se enamoró de mí y yo tan taruga no me animé. Yo era la que no estuviera aquí, yo era la que debería estar con él allá lejos, quién sabe dónde, pero lejos de aquí.  Mi hermana no fue taruga,  ni siquiera pidió permiso. ¿Pero, qué le vamos a hacer? Deme de favor tres veladoras pa ponérselas a mi santito, seguro ya le duele la cabeza de tanto estar voltiao. A ratos le prendo hasta las tres veladoras a ver si así me hace el favor, pero nada. Yo creo que hasta le caigo gorda a mi santito, los ojos que echa son como de enojo, a lo mejor es porque me pongo muy ruda con él. Si viera como le tenía fe hace unos años, orita ya no tanta, orita es una cosa personal, orita como que los dos nos retamos, a ver quién se cansa primero.  Pos él es el que pierde, va a estar ladiado todo el tiempo hasta que las tripas se le vayan a la cabeza. Yo como quiera ni me canso de ponerle las veladoras, a veces ya hasta ni quisiera pido que me mande alguien: nomás quiero verlo asina, pa que vea que conmigo no se juega.

-Bertha, pero ¿qué te ha hecho este pueblo pa que lo aborrezcas tanto? Me acuerdo cuando estabas chiquitilla, ¡qué bien te la pasabas!  Corriendo por todos lados recogiendo flores a lado del Jolino, el perrito ese que te seguía por todas partes. Andabas con todos los vecinos ofreciéndote para hacer algún mandado pa que te ganaras unos centavos. Luego venías conmigo para comprar dulces que compartías con tu perrito. 

-Me hice como me hice por culpa de este pueblo del demonio que…

-¡Ave María purísima!, que cosas dices,vBertha.

-Y usted ni se haga que se asombra: bien sabe que aquí en Santa Rosa de los Ríos es un cochinero,  todos semos hipócritas parece que nos damos la mano pero la puritita verda es que nos apuñalamos por la espalda, entre vecinos, entre familiares, entre todos. Nadien puede tener algo porque a lueguito ya lo estamos maldiciendo, míreme nomas a mí, como maldigo a mi pobre hermana que ni me hizo nada, la maldigo nomás por haberse idosin mí. Usted segurito que sabe más que yo de cómo son las cosas en este pueblo, ¿pa qué se hace? Ya deme mi mandado.

Gracias don Fede, nos estamos mirando, por desgracia.


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