Hablemos de seguridad… y algo más | Día Internacional contra la Corrupción

Hablemos de seguridad… y algo más | Día Internacional contra la Corrupción

“Y sin temor a la equivocación, podríamos decir que dos de los problemas políticos y sociales más importantes que aquejan a nuestra sociedad, son la corrupción y la impunidad”

 

Diego Varela*

La corrupción es un complejo fenómeno social, político y económico que afecta significativamente a la sociedad en su conjunto, pues sin duda socava y vulnera a las instituciones democráticas al distorsionar los procesos legales, además de que atrofia y aletarga los cimientos del desarrollo y bienestar social, político y económico de cualquier nación. En este sentido el 31 de octubre del 2003 la Asamblea General aprobó la Convención de las Naciones Unidas contra la corrupción, misma que entró en vigor en diciembre del 2005, siendo la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) como la secretaria para la conferencia de los Estados Parte de la Convención, con el fin de crear conciencia contra este flagelo en su difusión y lucha contra la corrupción para prevenirla.

En este sentido mucho tienen que ver las medidas de prevención que se tomen al respecto, además ver los valores éticos, como los antivalores presentes en la corrupción e impunidad, que sin duda son rasgos de carácter o modos de ser que se manifiestan en el devenir de nuestra cotidianidad en sus diferentes espacios como en el hogar, el trabajo y en general de la vida social, que sin temor a la equivocación, la familia es el crisol más importante en la formación del carácter de los niños y adolescentes, pues los principios y valores así como los antivalores, se aprenden en los primeros años de la vida, tomando principalmente como modelo el ejemplo personal de los padres, de los hermanos, de los amigos, y de la propia sociedad, pues el niño practica más lo que observa que aquello que le dicten que haga. Si los padres son honestos, trabajadores y educados, el niño desarrolla esos principios y valores, e igualmente hay que asentarlo hay cientos de excepciones pues, aunque en el seno familiar se les inculquen los mejores valores y preceptos de actuación a los niños y adolescentes esos antivalores los aprenden en su vida adulta y los toman como una forma de vida.

Y sin temor a la equivocación podríamos decir que dos de los problemas políticos y sociales más importantes que aquejan a nuestra sociedad, son la corrupción y la impunidad, la falta de ética, valores y principios que enmarquen el actuar de aquellos que están llamados a servir en el desempeño de sus funciones y que redundan en la afectación de manera transversal a la ciudadanía y en este sentido en particular, la historia nos ha demostrado que esas prácticas han tenido una influencia negativa sobre el desarrollo humano, social, político y económico. Y cuando la presencia de los factores en comento es extrema, puede llegar a dañar severamente a instituciones tanto del Estado como privadas, lo que crea un ambiente de desconfianza e inseguridad hacia nuestras instituciones y principalmente a quienes están frente a estas, lo que en consecuencia como resultado nos da un alto indicie de corrupción e impunidad.

La conducta humana puede estudiarse desde puntos de vista diversos, como por ejemplo en su trato social, en sus usos y costumbres, en sus relaciones jurídicas, en su ética, en sus valores, en su credo religioso etc., entonces pues se afirma como verdad incontrovertible que el ser humano es por naturaleza un ser sociable, que nace para vivir en sociedad y su existencia es inconcebible fuera de la convivencia con sus congéneres, pero así como no pueden existir individuos sin sociedad, tampoco puede existir sociedad sin individuos, donde se vuelve un conjunto de interacciones humanas, es decir en una convivencia en donde confluyen un intercambio de pensamientos, emociones y sentimientos que se traducen en acciones y violaciones que determina cierta actividad reciproca de los hombres. En este sentido podemos decir que fundamentalmente la causa no solo de la asociación sino de todas las actividades del hombre es satisfacer las necesidades que experimenta, pues siendo incapaz de satisfacerlas por sí mismo, recurre a los demás hombres en ese intercambio de actividades, estableciendo una interdependencia cada vez más intensa, según sean más avanzadas las etapas de la vida social y es precisamente en esos intercambios que de acuerdo a los intereses de unos y de otros afloran las conductas de corrupción e impunidad.

Igualmente observando con detenimiento y mesura la vida del hombre (los actos, las tendencias, los deseos, las aspiraciones, las inquietudes, los propósitos etc.) no es fácil percatarse de que encausa sus esfuerzos vitales, tanto subjetivos como objetivos, a la consecución de una finalidad como la de obtener los grandes bienes que ofrece la vida material, o realizar aquellas obras a las que atribuimos valor o sentido espiritual como la verdad, (valor lógico), la belleza (valor estético), lo bueno y lo malo (honestidad o corrupción), lo justo (valor ético referente a la justicia) y sin temor a la equivocación, entre los grandes problemas que tenemos como sociedad que son bastantes y muy variados y para el caso que nos ocupa señalamos que la corrupción e impunidad tiene sus bases en la ausencia de la ética y los valores como eje de actuación.

Hay mucho que decir y otras tantas que callar, y otras más que en incontables ocasiones están a la luz del día y a los ojos de todos el mundo, pues ha sido demostrado una y otra vez a los que se prestan a la corrupción, que coloquialmente son los nuevos ricos en cada administración y otras que incluso trascienden y se postergan en los espacios que les fueron confiados para servir y no para servirse en la obtención de cualquier objeto de valor u otros beneficios como favores, promesas o ventajas, a cambio de que realicen u omitan cualquier acto en pleno ejercicio del deber ser, relacionado con una transacción de naturaleza económica, comercial, amenazas, declaraciones en falso, despidos laborales, o de cualquier otro bien que los beneficie ventajosamente. Y es ahí donde los que se prestan a la corrupción demuestra su falta de valores éticos y  principios morales, tales como la responsabilidad, la lealtad, el respeto y la honestidad, dando al traste con las normas más mínimas en cuanto a ética y valores se refiere y cualquier idea de aplicar la ley queda en meras intenciones empañada por la corrupción e impunidad, entrando en un círculo vicioso en el que todos tanto servidores públicos, privados y la misma sociedad estamos inmersos, pues se observa y ha quedado demostrado en incontables ocasiones algunos a la luz pública y otros tantos en secretos a voces del laberinto de la soledad que con des fortuna muchos de los que están llamados a servir al pueblo de cuando en diario permiten y practican esas nefastas conductas de corrupción e impunidad, lo que crea un efecto domino, pues tal pareciera que a muchos les resulta más fácil la corrupción y la impunidad como formas y modos de vida que aquellas apegadas al derecho, a los valores éticos y principios de actuación enmarcados en la honestidad y el irrestricto imperio de la ley, de los cuales la sociedad sería la mejor beneficiada con las buenas prácticas de quienes llevan la batuta del concierto social en el día a día, y no por lo que debería de ser, sino como una forma de vida virtuosa misma que nos llevaría a mejores estadios en el bienestar social y es ahí donde la sociedad juega un papel preponderante en la toma de decisiones siendo vigilantes del actuar de los que están llamados a servir, trabajando en erradicar todas esas conductas que tanto daño le hacen a la propia sociedad.


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