La familia | Reconocer los errores para crecer
“Cometer errores es un acto humano, pero reconocerlos y trabajar en ellos es un ejercicio de valentía”
Susana Sánchez*
A nadie nos resulta agradable recibir críticas y correcciones, nos duele, nos altera y hasta nos enoja escuchar en boca de otros que no hacemos algo bien. Reconocer los errores es un enfado para todos, pero es un ejercicio sano y necesario para nuestro crecimiento personal y familiar.
A pesar de lo difícil que resulta asumir nuestras fallas, si logramos hacerlo estaremos más cerca de tener relaciones pacíficas y felices, al hacernos responsables de ellos mejoramos nuestras relaciones personales y nuestro interior.
El núcleo familiar es el lugar idóneo para ejercitar este reconocimiento ya que es donde podemos equivocarnos cuantas veces sea necesario y donde nos corregirán con amor y sin otro fin que buscar nuestra mejora personal. Y es que, pensamos que cometer errores es malo, cuando la realidad es que cometer errores es humano, equivocarnos no nos convierte en personas malas o indignas de cariño.
Todos nos equivocamos en nuestro desarrollo como personas, a veces nos podemos equivocar con nosotros mismos, y otras tantas con los demás; de la reacción que tengamos al cometer un error dependerá nuestra propia autoestima, la cual debe estar basada en el amor propio para conocernos y aceptarnos con nuestras cualidades y defectos.
Una actitud sana ante los errores se basa en aceptarlos, reconocerlos y corregirlos, siendo muy receptivos con quien nos corrige, adoptando una actitud positiva y agradeciendo la sinceridad y preocupación de quien lo hace.
Debemos evitar el papel del perfeccionismo que nos hace adoptar una personalidad rígida con reticencia a aceptar errores, ya que, al ser perfeccionistas no solo no vemos nuestros propios errores, sino que nos podemos volvernos más duros a la hora de juzgar los errores de los demás.
Cuando alguien, especialmente en la familia resalta algo negativo de nuestra persona, esto nos puede generar emociones desagradables, pero es necesario caer en la cuenta de que si nos corregimos tendremos la valiosa oportunidad de mejorar, de sabernos muy humanos y de ejercitar la valentía para ver de frente nuestro lado oscuro y acompañarlo de un genuino deseo de crecer.
No debemos culparnos por fallar en ciertos aspectos de nuestra vida, pero si hemos de hacernos responsables. El desarrollo personal pasa inevitablemente por un proceso de introspección en el que descubrimos qué áreas requieren trabajo de nuestra parte.
Tratemos de darnos a nosotros mismos y a los demás la libertad de equivocarnos y aprender de los propios fallos. Seamos más flexibles, tolerantes y comprensivos. Nadie necesita ser perfecto para ser apreciado por nuestra familia y por los demás. Errar y asumir los errores es el único camino hacia la madurez emocional