Reflexionando el Evangelio | Alegría, fraternidad, solidaridad
Tercer Domingo de Adviento. Ciclo C
¿Qué debemos hacer?
Lucas 3, 10-18
¿Cómo andamos a estas alturas del Adviento, 2024? El ambiente general de nuestros pueblos y ciudades favorece el bullicio, las luces multicolores, la necesidad de salir y muchas otras cosas que responden más al consumismo que a una espiritualidad sólida del tiempo. A todo mundo le cuesta mucho ir al desierto y dejar espacios para el silencio... En cambio, este domingo, Juan va al silencio del desierto para escuchar mejor a Dios y clarificar mejor la misión que se le ha encomendado en la historia de salvación.
En el Evangelio de este domingo Juan no aparece solo sino en medio del pueblo que vivía “en expectación”, en intensa espera del Mesías. Sale de sí mismo, se acerca al otro, atiende a preguntas prácticas y da respuestas concretas. Hay otro gran detalle que retrata al profeta de cuerpo entero: su delicadeza con la gente y el respeto total al Mesías. Pide a la gente que no se centren en su persona y reconoce con humildad que no merece “desatar las correas de las sandalias” del Mesías.
Juan responde a quien le pregunta por lo que tiene que hacer. Es la primera etapa de un itinerario mucho más largo. Añade, además, una meta: comenzar haciendo obras de justicia para abrirse y reconocer a Jesús, el Hijo de Dios. Esto significa que la conversión al prójimo es el camino para la conversión a Dios.
Vivimos nuestro adviento, año 2024. No sé con qué intensidad y hacia dónde apunta nuestra expectación (expectativas, decimos ahora). La palabra del tercer domingo indica con intensa claridad la intención y la dirección de lo que tenemos que hacer: amar concretamente, ser y estar alegres. La venida de Jesús inaugura una nueva relación con el prójimo basada en la fraternidad, la justicia y la solidaridad. Una nueva relación a fondo, hacia todos y hacia la casa común. Adviento-Navidad nos hace soñar, otra vez, que sí es posible un hombre nuevo, alegre, solidario y pacífico.
La única forma posible para hacer realidad este sueño de Dios y anhelo del hombre es la vivencia comprometida del amor, en todos sus niveles y posibilidades. Adviento es un tiempo propicio para suscitar, alimentar y activar los amores que engendran y sostienen la vida de cada día. Esta es la mejor manera de prepararse para celebrar con alegría y frutos abundantes el misterio de la encarnación del Hijo de Dios.
El Papa Francisco abrirá la puerta santa del Jubileo 2025 el próximo 24 de diciembre. El domingo 29 de diciembre lo haremos en todas las catedrales del mundo católico como signo de la universalidad de la Iglesia y el llamado a vivir y activar la esperanza. Es significativo que su inicio y clausura acaezcan en el tiempo litúrgico de Navidad. ¿Qué debemos hacer? Participemos con alegría en todo momento y solidaricémonos sembrando semillas de esperanza y conversión.
Que al encender la tercera vela de la corona de Adviento aumente en nosotros la pasión por amar concretamente a nuestro prójimo, al estilo de Jesús que se compadece de todos.
Con mi bendición… acompañada con el acordeón.
+ Sigifredo
Obispo de/en Zacatecas